Las tres centrales obreras opositoras a la presidenta Cristina
Kirchner tratarán el jueves de paralizar Argentina con una huelga
nacional, la segunda en lo que va del año, en demanda de mejores
salarios, en un país con síntomas de recesión, una inflación sin tregua e
incertidumbre financiera.
"Hagan lío, dijo el Papa. Y le estamos
haciendo caso. ¡Je!", ironizó en tono burlón el sindicalista Hugo
Moyano, al evocar un discurso de su compatriota el papa Francisco en su
visita a Brasil.
Moyano es el principal líder de la protesta y
jefe de la CGT-Azopardo, el sector antikirchnerista de la mayoritaria
Confederación General del Trabajo (CGT).
Los minúsculos partidos
de izquierda se anticiparon un día y organizaron este miércoles piquetes
en puentes estratégicos que comunican con la periferia, e incluso
marcharon hacia el Congreso cantando consignas antigubernamentales.
Maquinistas
de trenes, bancarios, portuarios y camioneros son algunos de los
poderosos gremios convocantes, pero no lograron la adhesión de los
choferes de autobuses, transporte crucial que en el primer paro, el 10
de abril, vació de gente las calles, los lugares de trabajo y las
escuelas.
"Están coqueteando demasiado con el gobierno y los
funcionarios", criticó a los choferes Pablo Micheli, jefe de un ala
antigubernamental de la central CTA, con raigambre en los sindicatos de
trabajadores estatales.
El gobierno aseguró que el paro es un
derecho constitucional, pero Kirchner exhortó a través de la red social
Facebook a que los argentinos cuiden "lo que se ha logrado" en la última
década con una política de consumo y empleo.
- Reclaman eliminar un impuesto -
La
economía registra caídas desde el primer trimestre, aún moderadas como
para considerar al país sudamericano en crisis, pero son duras las
secuelas de suspensiones y despidos en industrias estratégicas como la
automotriz.
"Va a ser un paro nacional", dijo Omar Maturano, jefe
del sindicato La Fraternidad, de conductores de ferrocarriles de
pasajeros y de transporte de mercancías.
Los sindicatos denuncian
que la inflación anual superior al 30% castiga sin piedad los bolsillos
de los asalariados y el desempleo creció de 7,1% a 7,5%.
Las
demandas formales de la huelga son derogar el Impuesto a las Ganancias
que cada día pesa más sobre los salarios y aumentar subsidios
familiares.
- Puja en el gobernante peronismo -
Pero
el telón de fondo de la movilización es la implacable puja interna
desatada en el seno del gubernamental peronismo, cuya ala de
centroizquierda está en retirada ante la imposibilidad constitucional de
Kirchner de presentarse a una segunda reelección en 2015.
Moyano y
sus compañeros de ruta del peronismo sindical están empeñados en una
demostración de fuerza con miras al año electoral, aunque aún no han
expresado a quién respaldarán.
Las encuestas de intención de voto
marcan que la lucha por el poder estará de nuevo entre dos peronistas,
uno de ellos aliado circunstancial de Kirchner, Daniel Scioli,
gobernador de la provincia de Buenos Aires (la más poblada), y el otro
enemigo feroz de la mandataria, el diputado Sergio Massa.
"No hay
ninguna duda de que éste es un paro de naturaleza política. Gran parte
de estos sindicalistas integran el alineamiento del arco opositor", dijo
el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, en rueda de prensa.
Moyano
respondió que "muchos trabajadores de la industria, como la textil,
automotriz, mecánica y otros se van a adherir al paro", a pesar de que
están encuadrados en la CGT-Balcarce, aliada del gobierno.
- Inestabilidad financiera -
Bajo
la consigna "Patria o buitres", Kirchner recuperó parte de su
debilitada imagen al demonizar a los fondos especulativos que ganaron un
juicio en Nueva York para cobrar el 100% de bonos en mora, conflicto
que derivó en un "default selectivo" de la deuda argentina.
Pero
la tensión se transmitió ahora al mercado cambiario, donde el precio del
dólar informal alcanza una brecha de 70% con la cotización oficial,
aunque analistas sostienen que grandes empresas presionan por una
devaluación para mejorar las alicaídas exportaciones.