miércoles, 27 de agosto de 2014

Argentina: huelga nacional por salarios con economía en recesión

Las tres centrales obreras opositoras a la presidenta Cristina Kirchner tratarán el jueves de paralizar Argentina con una huelga nacional, la segunda en lo que va del año, en demanda de mejores salarios, en un país con síntomas de recesión, una inflación sin tregua e incertidumbre financiera.

"Hagan lío, dijo el Papa. Y le estamos haciendo caso. ¡Je!", ironizó en tono burlón el sindicalista Hugo Moyano, al evocar un discurso de su compatriota el papa Francisco en su visita a Brasil.

Moyano es el principal líder de la protesta y jefe de la CGT-Azopardo, el sector antikirchnerista de la mayoritaria Confederación General del Trabajo (CGT).

Los minúsculos partidos de izquierda se anticiparon un día y organizaron este miércoles piquetes en puentes estratégicos que comunican con la periferia, e incluso marcharon hacia el Congreso cantando consignas antigubernamentales.

Maquinistas de trenes, bancarios, portuarios y camioneros son algunos de los poderosos gremios convocantes, pero no lograron la adhesión de los choferes de autobuses, transporte crucial que en el primer paro, el 10 de abril, vació de gente las calles, los lugares de trabajo y las escuelas.

"Están coqueteando demasiado con el gobierno y los funcionarios", criticó a los choferes Pablo Micheli, jefe de un ala antigubernamental de la central CTA, con raigambre en los sindicatos de trabajadores estatales.

El gobierno aseguró que el paro es un derecho constitucional, pero Kirchner exhortó a través de la red social Facebook a que los argentinos cuiden "lo que se ha logrado" en la última década con una política de consumo y empleo.

- Reclaman eliminar un impuesto -

La economía registra caídas desde el primer trimestre, aún moderadas como para considerar al país sudamericano en crisis, pero son duras las secuelas de suspensiones y despidos en industrias estratégicas como la automotriz.

"Va a ser un paro nacional", dijo Omar Maturano, jefe del sindicato La Fraternidad, de conductores de ferrocarriles de pasajeros y de transporte de mercancías.

Los sindicatos denuncian que la inflación anual superior al 30% castiga sin piedad los bolsillos de los asalariados y el desempleo creció de 7,1% a 7,5%.

Las demandas formales de la huelga son derogar el Impuesto a las Ganancias que cada día pesa más sobre los salarios y aumentar subsidios familiares.

- Puja en el gobernante peronismo -

Pero el telón de fondo de la movilización es la implacable puja interna desatada en el seno del gubernamental peronismo, cuya ala de centroizquierda está en retirada ante la imposibilidad constitucional de Kirchner de presentarse a una segunda reelección en 2015.

Moyano y sus compañeros de ruta del peronismo sindical están empeñados en una demostración de fuerza con miras al año electoral, aunque aún no han expresado a quién respaldarán.

Las encuestas de intención de voto marcan que la lucha por el poder estará de nuevo entre dos peronistas, uno de ellos aliado circunstancial de Kirchner, Daniel Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires (la más poblada), y el otro enemigo feroz de la mandataria, el diputado Sergio Massa.

"No hay ninguna duda de que éste es un paro de naturaleza política. Gran parte de estos sindicalistas integran el alineamiento del arco opositor", dijo el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, en rueda de prensa.
Moyano respondió que "muchos trabajadores de la industria, como la textil, automotriz, mecánica y otros se van a adherir al paro", a pesar de que están encuadrados en la CGT-Balcarce, aliada del gobierno.

- Inestabilidad financiera -

Bajo la consigna "Patria o buitres", Kirchner recuperó parte de su debilitada imagen al demonizar a los fondos especulativos que ganaron un juicio en Nueva York para cobrar el 100% de bonos en mora, conflicto que derivó en un "default selectivo" de la deuda argentina.

Pero la tensión se transmitió ahora al mercado cambiario, donde el precio del dólar informal alcanza una brecha de 70% con la cotización oficial, aunque analistas sostienen que grandes empresas presionan por una devaluación para mejorar las alicaídas exportaciones.